Carta 5 Donde van los muertos

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Corona vida por Carolina Ferrero

Con suerte, ésta será la última carta que escriba desde el hospital. Me trasladarán pronto a continuar el aislamiento en casa, nos escribiremos igual, quizás más. 

El enfermero que encontró su consuelo en mi 311, me cuenta que me he librado de una buena. Más allá de mi puerta muere gente cada día, dice, mucha. Ayer en la UCI, susurra mirando por la ventana, a las ocho comenzamos a aplaudir todos los sanitarios a una mujer intubada. Ella se puso muy nerviosa porque no sabía qué pasaba: “Aplaudimos por ti, porque todo el mundo se está recuperando de ese bicho horrible y tú te vas a poner bien, seguro” y ella intentó sonreír y nosotros llorábamos porque sabíamos que no se puede salvar a todo el mundo, por más que queramos. Me cuenta como reemplazan a sus familiares en esos últimos momentos, para que mueran de la mano de alguien, no tan sólos. Los cadáveres se apilan en las morgues de los hospitales, los crematorios no dan abasto. Los familiares no encuentran a sus muertos, el mundo es un enorme campo de concentración.

Espero ansiosa algunos memes que me alejen de las palabras guerra biológica, aislamiento, guetos para asintomáticos… Se me revela la relación estadística inversamente proporcional entre el descenso de memes y el incremento de fallecidos diarios.

Curiosamente, la televisión de pago de las habitaciones de todos los hospitales españoles ahora es gratis. La sobreinformación me mantiene entretenida, el entretenimiento me mantiene inmóvil, la inmovilidad me mantiene sumisa, justo como les gusta a los que me regalan la tele. Ya lo sabía Jon Illescas “(…)a base de repetir y repetir esos mismos mensajes de modo sorprendentemente homogéneo, ese flujo constante de sentido, que es social e ideológico, se normaliza transformándose en un elemento tan natural en nuestro pensamiento como el aire que respiramos.”

La culpa es del Gobierno, la culpa es de Trump, la culpa es de los chinos, la culpa es de la especie humana, la culpa es del individualismo, la culpa es del Club Bilderberg, la culpa, la culpa, la culpa…

Dicen que están preparando una app que nos avisará si algún afectado por el coronavirus se te acerca mucho, por GPS. Me recuerda a esa película en la que la gente salía de una cueva con algo insertado en la nuca y ya no eran ellos, estaban controlados y sólo obedecían las órdenes de una conciencia común superior, un nuevo orden mundial, quizás.

Igualmente, estoy deseando descargarme ese nuevo sistema de marcado en mi móvil, con tal de que me dejen volver a casa.

Cuéntame, ¿Puede salir Lucas contigo a pasear a Chinaski?

Os abrazo, os quiero.

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