Tu llegada, Luna

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Raquel es la mamá de Luna. Un día Sofía se cayó y ella se acercó y me dijo:

  • ¿Puedo darle un poco de Reiki? – y pensé, qué suerte encontrar personas tan generosas.

Raquel es madre consciente desde hace tres años y ha querido ser generosa de nuevo regalándonos el testimonio del nacimiento de su hija. Porque, ¿qué mejor manera de celebrar el nuevo blog que con otro alumbramiento? Y si además, se trata del día que llegó Luna a sus vidas, pues no imagino mejor forma de celebrar para la Tribu de la Luna.

¿Casualidad?

Raquel y Javi, además, se han reinventado y han construido, con mucho esfuerzo e ilusión, El Camino. Para conciliar vida laboral y familiar, porque se aman, aman a Luna y ese amor les ha inspirado un nuevo Camino. Pero esa es otra historia que contar…

Este relato, escrito apenas nacer la pequeña Luna, me ha puesto la piel de gallina, me ha devuelto a mis partos, me ha hecho llorar y volver a sentir intensamente aquellos días. Gracias Raquel, por compartir este tesoro. Este relato nos enseña claves de la maternidad consciente y el apego que espero que te sirvan y emocionen tanto como a mí.

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Fotografía: Miriam Moralva

TU LLEGADA

(15 de Noviembre de 2013. 22:38 horas).-

Embriagada de emoción y amor recuerdo el día en el que decidiste llegar a nuestras vidas y completarnos como familia… Hace hoy tres semanas. Desde entonces soy otra; desde entonces la noción del tiempo ha cambiado…fugaz y a la vez eterno.

Te miro y me cuesta creer que eres real… te siento como un ángel, un milagro… gracias por elegirnos… Tantas veces soñada, tantas veces imaginada…La realidad superó a la ficción.

En estos momentos descansas en mi pecho mientras escuchamos nuestra música de relajación que tantas veces oíste dentro de mí en tu mundo de paz; busco tu mirada y es tal la emoción que siento que las lágrimas brotan y brotan… Nunca pensé que podría llegar a sentir tanto… Me siento plena y llena de amor.

Papá y yo elegimos tu nombre hace más de trece años en una noche en la que la luna brillaba: “Si algún día tenemos una niña la llamaremos Luna”…  ¿O quizás fuiste tú quien lo eligió? Acuerdos mágicos entre almas.

Nos estás enseñando tanto…

Gracias por darme tiempo a despedirme de la barriguita; desde que llegaste no he tenido necesidad de volver a tocarla ni la he echado ningún instante de menos porque tú me permitiste hacer el duelo aun estando dentro… Sentía que tenía miedo a que llegaras; bipolaridad, inseguridad y mil dudas; sentía que te estaba “reteniendo”… Y tras hablar contigo me entendiste y respetaste… Diste ocasión a que dejáramos la casa preparada, todo recogido, el congelador lleno para no perder ni un segundo de estar contigo en cocinar y así poder dedicarme a ti en cuerpo y alma (papá se encarga de todo; me cuida para que yo pueda cuidarte, pero la cocina no es su fuerte), dejaste que terminara esos libros que me dieron seguridad y confianza. Ya estaba todo hecho y con ello la tranquilidad de que ya podías venir cuando decidieras.

La tarde anterior a tu llegada te noté más activa… sentí que ya estabas cerca; sólo un poquito de paciencia.

Sueño con fuego, oigo el ruido que producen las llamas; grito a la Aba que llame al 112, se está quemando un bosque, es todo tan real… y despierto de repente notando que algo húmedo recorre mi pierna y dándome cuenta de que el mismo ruido que en mis sueños corresponde al fuego es el de la fuerte lluvia que golpea la ventana… Miro el reloj, son las 07 de la mañana. 25 de Octubre… Entre nervios y emoción reconozco que he roto aguas… voy al baño y lo confirmo; vuelvo a la cama y noto que mi cuerpo tiembla de frío y de nervios… Intento descansar tal y como me indicó G que hiciera si esto ocurría y no iba acompañado de contracciones. Aviso a papá de que no podrá ir a la cita médica que tiene prevista para el día de hoy desde Enero… está tan dormido (últimamente parece una marmota)… Tranquilo sigue durmiendo y me dice que descanse… Escribo un mensaje a V (quien en principio será la persona que nos acompañe en lugar de G ya que esta semana le toca a ella la guardia); me dice lo mismo que papá “Descansa, hoy será un día largo e intenso. Vamos hablando”…. Pero no puedo; me siento enérgica y activa, aún tengo que dejar cosas “preparadas”. Decido pegarme una ducha… Pongo la radio “More than a feeling”… Es más que un sentimiento lo que estoy comenzando a vivir. Siento el agua caer sobre mí; enjabono y limpio mi cuerpo, poniendo especial atención en el espacio que aún ocupas. Enciendo el ordenador y escribo al foro de “El parto es nuestro”… “He roto aguas”… Recibo ánimos, consejos… Descansa me siguen diciendo… Pero no puedo… Termino de preparar todas las cosas que queremos llevar al hospital… Y finalmente decido sentarme y terminar los dos últimos capítulos de “Los nueve peldaños”… Es todo tan distinto a como habíamos imaginado… Siempre habíamos pensado que llegarías de madrugada, que nadie de la familia se enteraría hasta que avisáramos para decir que Luna ya había llegado y que todo había salido bien… Me rindo a tu decisión y a la naturaleza… Leo los carteles que tenemos por casa que rezan “Yo confío, yo permito, yo me entrego, yo me abro”… y espero con ansia las contracciones que siguen sin llegar (¿o es que ya las tengo y no lo noto?… Cuando lleguen las notarás me habían dicho varias personas… y así fue; vaya si las noté). V me llama; dulce y tranquila, me explica el procedimiento: en doce horas si no se ha iniciado el parto hay que poner antibiótico. Me pide que contacte con N, la matrona que está de guardia durante el fin de semana para que vaya a hacerme un monitor y comprobar que estás bien… Qué casualidad; la única del equipo que no conocemos… pero siento paz, por lo bien que me han hablado de ella y porque tú la has escogido. Hablo con ella y quedamos en el hospital a las 13 horas. Siento a papá tranquilo. Cogemos el coche; repasamos mentalmente… no se olvida nada… y camino hacia el hospital; nos miramos… “¿Cómo estás?” Le pregunto constantemente… Es todo tan diferente a lo imaginado… siempre visualizamos el camino hacia el hospital de noche, sin coches, con contracciones y el parto ya avanzado… el escenario es completamente distinto. Me siento tranquila, feliz, paciente, impaciente, expectante… Llegamos al hospital, 4ª planta… Presentaciones con N; desprende una energía especial, me siento tranquila y segura… Habitación naranja, monitor… Estás bien pero siguen sin aparecer las contracciones; sólo alguna muy espaciada sin dolor. N me hace delicadamente un tacto; tengo un centímetro de dilatación. Charlamos; me explica procedimiento (antibiótico a las doce horas de bolsa rota y prostaglandinas si en veinticuatro horas no se ha iniciado el parto); quedamos a las 19 horas para gestionar el ingreso y que me pongan el antibiótico, si se inicia el parto antes me pide que contacte con ella; me aconseja que suba y baje escaleras y que ande. Entra R a vernos… Hoy casualmente ha quedado todo el equipo para comer. Llueve; qué hacemos nos preguntamos papá y yo… Decidimos ir a comer a casa de los abuelos  ya que volver a casa es demasiado arriesgado debido a la distancia… N me deja la pelota de Pilates por si se iniciaran las contracciones en estas horas. Gran atasco… Todo tan distinto a lo “planificado”… Contamos a la Aba las novedades: emocionada y nerviosa. Llega la Abita del instituto; cuando le contamos que estás a punto de llegar no se lo cree. Como (más de lo que debería) y subo y bajo y subo y bajo y subo y bajo escaleras… pero todo sigue igual. Bajo a casa de la tía; nos hace una pequeña sesión de reiki… Me siento tan tranquila y en paz que no deja de sorprenderme y sorprenderles… Sé que hay mucha gente mandándonos energía y así lo siento… Son las 18 horas; Aba nos acompaña al hospital para volverse con el coche… Papá se va a aparcar y la Aba sube conmigo; pelota de Pilates y equipaje en mano… están G y V que acaban de volver de la comida… les presento a la Aba… “Uy; tú no tienes cara de parto; muy sonriente vienes” me dice G. Se van y prevén unas cuantas horas por delante hasta tu llegada. Antibiótico y nuevo monitor… N me explica con amor lo que sucede; tienes las pulsaciones más altas de lo normal durante un período largo de tiempo, tiene que hablar con V para valorarlo pero lo más probable es que no se puedan esperar las 24 horas establecidas y haya que adelantar la administración de las prostaglandinas… ¡quieres nacer ya! N sale a hablar con V… tus pulsaciones bajan y se normalizan, empiezo a tener alguna contracción… siento preocupación y lloro. La Aba me tranquiliza e intenta mostrarse tranquila pero yo sé que no lo está. Sube papá y le explicamos lo que sucede. N me explica que G viene de camino (acuerdan entre ellas que G se dé la vuelta ya que V había llegado ya a su casa y estaba dando el pecho a sus pequeños; hará el relevo a G cuando el parto esté más avanzado). La Aba se marcha (papá la acompaña al coche y aunque a mí me muestra tranquilidad al despedirse papá me cuenta que se ha marchado nerviosa y que no sabía ni arrancar el coche). N nos deja solos. Papá pone nuestra música y me dice que todo va a salir bien, ya queda menos. Llega G; me dice que efectivamente todo se ha normalizado pero que han sido muchos minutos con una frecuencia cardiaca alta, que eso significa algo y que van a poner el “Propess” (puede tardar hasta doce horas en hacer efecto y que se inicien contracciones); mi dilatación sigue siendo de un centímetro. N me pone el óvulo con mucho tacto. Charlo con G sobre su carrera, sus comienzos… Me siento algo más tranquila. Me levanto de la cama y me siento en la pelota de Pilates… no ha pasado ni media hora… empiezo a notar la primera contracción (cuando te pongas de parto y lleguen las contracciones lo sabrás me habían dicho; tenían razón); me levanto de la pelota y voy al baño, siento como un dolor fuerte de regla y náuseas… otra vez… N me quita el óvulo; mi cuerpo será el que genere oxitocina natural y sus propias contracciones… El dolor es más intenso y continuo de lo que esperaba… G me dice que lo siente por mí y por el dolor que estoy sintiendo pero que está muy contenta porque todo está fluyendo mucho más rápido de lo que ellas pensaban (habían augurado el parto para la mañana o tarde del día siguiente). N me dice que no tenga miedo… Respondo que no lo tengo pero que duele mucho… Papá se mantiene en un segundo plano (hemos trabajado esa parte mucho durante el embarazo y está preparado para oírme chillar, para solicitarle o por el contrario para que le eche, para no reconocerme, para dejarme que fluya… su papel es muy importante); hace fotos y graba… Yo ya me he transportado contigo a nuestro planeta parto… Rápidamente me ofrecen meterme en la bañera; ¿tan pronto? Tenía pensado que lo ofrecían cuando la dilatación era de 3 a 5 centímetros y sólo han pasado unos minutos desde la primera contracción… ¡Pero es que ya tengo esa dilatación!.. ¡Sí; por favor! Me meto en el agua y siento un alivio enorme… N y G saben elegir perfectamente el momento en el que masajearme los riñones y cuando darme espacio… Las contracciones son muy intensas y seguidas (¡había leído que había descanso entre contracciones pero eso no sucede!)… Chillo; chillo de una forma desgarradora… Me sorprende escucharme de esa manera pero me dejo sentir… Oscuridad, velas… Tengo náuseas y vomito varias veces… Es todo muy intenso… N me explica lo que va a ir sucediendo; está siendo un parto con una dilatación muy rápida y efectiva; de ahí el dolor tan continuo sin lugar a descanso… En una ocasión llamo a papá quien se había ido del baño cuando así se lo pedí… su papel es impecable y facilita que me sienta protegida y todo fluya… Chillo mucho; golpeo la pared y te pido que nazcas ya… Continuamente me toco la vulva esperando con ese gesto adelantar tu llegada… La paciencia que me invadía durante el embarazo ha desaparecido… Busco el abrazo de N. Las miro a los ojos y sin decir la palabra mágica (epidural) les pido que me ayuden… No puedo más… Hacen como que no entienden (sienten que todo está yendo muy rápido y me ven con fuerza y capaz de continuar); N me explica que ya estoy en casi dilatación máxima y que el mayor dolor es este, que el expulsivo no es tan doloroso y que ya lo tengo casi superado… Qué dolor tan intenso, qué dolor no dolor, qué sensaciones tan fuertes… ¡Luna naz ya! Me ofrecen salir de la bañera e ir a la cama para realizar allí el expulsivo; en una hora se ha completado la dilatación. La vía del antibiótico se ha salido y sangro; lo solucionan rápido… eso no me importa ahora. Me cuesta andar; no tengo muchas fuerzas… me piden que aproveche el tiempo entre contracciones para salir a la habitación e intentar descansar… Comienza el expulsivo; eterno expulsivo… A cuatro patas, tumbada, de lado… Sujeto mis piernas con fuerza y empujo… una y otra vez… una y otra vez… Tu cabeza va bajando y siento una fuerte presión acompañada de dolor. Empujo… empujo… No sé qué tengo que hacer… Les pido que me guíen ya que me siento perdida y no sé cuándo he de empujar y cuando he de dejar de hacerlo… Siento mucha presión… G me dice que ya estás cerca y acompaña mi mano para que toque tu cabeza… Comienzo a llamarte impaciente “Luna, Luna, Luna, Luna, Luna, Luna…”… me siento descontrolada… no puedo más… “Tengo miedo” les digo; sigo chillando mucho. Papá me da la mano y se asoma para ver cómo vas bajando… Cuando viene la contracción y empujo tu cabeza baja; cuando la contracción desaparece noto como tu cuerpo y tu cabeza vuelven a  subir… Estoy agotada… Pensaba que el expulsivo era más corto… No sé las veces que he empujado y esto no acaba… No puedo más… G me ofrece aprovechar las contracciones para apoyarse en mi vientre, hacer algo de presión e impedir que subas; le doy permiso para que lo haga si ella piensa que no conlleva riesgo y que puede ser efectivo… Tengo ganas de empujar pero N me dice que no lo haga; no es el momento, puedo rajarme… aunque tengo ganas intento aguantar… soplo… buf, buf, buf… ¡Me quema!… Empujo y empujo y empujo… tu cabeza está fuera… “¿Ya?”; “¡Ahí no se va a quedar!” dice G… ¡y finalmente sales!… Son las 00.20 horas del ya 26 de Octubre de 2013. Te ponen rápido encima de mí… Tan suave, limpia y calentita… chillas y lloras… “¡Qué fuerte, qué fuerte! ¡Qué calentita! Eres de verdad, Luna, eres de verdad… Gracias, gracias, gracias… ¡Qué bonita; qué bonita!” el dolor físico desaparece inmediatamente… estás en mi pecho; te siento y te huelo… pensé que los bebés salían llenos de sangre pero tú estás completamente limpia y con un color hermoso… Papá corta el cordón… Alumbro la placenta sin dolor… ¡Qué emociones tan fuertes! Viene el pediatra quien nos pide permiso para cogerte; te hacen las pruebas a mi lado y rápidamente te devuelven a mi pecho (51 centímetros y 3490 gramos de amor; medio kilo más de lo esperado. Unn 9 en el test de Apgar; tu primer sobresaliente nos dicen). G me pregunta si puede mirarme para ver que todo está bien; le digo en broma que no y que me quiero ir ya a casa; me contesta que se trataba de una pregunta retórica… De repente todo cambia… El ambiente tranquilo, festivo y feliz se transforma; la oscuridad desaparece y noto una intensa luz… me preguntan mi grupo sanguíneo y me piden mis últimas analíticas… no me explican nada… me piden que papá te coja… ¿qué ocurre?… Llaman a un anestesista… no recuerdo bien el orden de los acontecimientos… papá está sin camiseta; te coge en brazos y se marcha contigo al baño para que no te moleste tanta luz… Veo mucho material quirúrgico. Me siento tranquila pero veo que ellas no lo están… Papá no pide explicaciones, disimula tranquilidad… “Me va a pasar lo mismo que a mi madre, Javi… lo mismo… la historia se repite”… Les explico rápida y nerviosamente que mi madre tuvo una hemorragia muy fuerte y casi fallece cuando yo nací… ¡No entienden como no les he contado algo así durante mi embarazo!… Me asomo buscando a Javi, le hago señales, ¿qué pasa; no nos dicen nada?… pregúntales… Las escucho hablar en bajo; actuar rápido… la anestesista se pone a mi lado y le pregunto con calma qué hace allí… Me dice que esté tranquila que es sólo por si la necesitasen… Le pido que mire a N y G y que sea ella quien me responda si ella cree que con la expresión que tienen en esos momentos tengo motivos para encontrarme tranquila. Pido explicaciones… G seriamente dice que no pueden explicar nada, que tienen que actuar… Me pinchan oxitocina, me ponen supositorios, me pinchan inyecciones intramusculares, comienzan a manipularme… pregunto si puedo perder el útero (“eso es lo de menos”)… Papá se acerca a G; les escucho, la situación es crítica, le piden que se marche contigo a la habitación…Papá me mira, tengo los pies, las manos y los labios morados y tiemblo mucho; me dice que me quiere, que me quiere… pero no le miro (no recuerdo nada de esto). G habla conmigo y me explica que tengo una hemorragia y que han de ver de dónde viene; yo elijo: epidural (¡ni de broma! Después de haber pasado el parto sin ella) o una pequeña sedación… No creen que pueda aguantar la manipulación que han de hacerme sin ningún anestésico… de acuerdo; una pequeña sedación… Despierto tras lo que para mí siento han sido pocos minutos… Ha pasado más de una hora y media… Hora  y media eterna para papá…Le avisan de que todo está bien… Viene a vernos y te pone en mi pecho. Nos llevan a la habitación. G y N están agotadas.  G nos explica lo ocurrido: había perdido en menos de cinco minutos más de un litro y medio de sangre y tenían que actuar urgentemente; así lo hicieron y todo salió bien… Dan la enhorabuena a papá por cómo se ha comportado. Yo no me sentí mal en ningún momento… G me pregunta si necesito algo antes de que se vaya: “Sí; quiero irme a mi casa”… Es lo que siento; me siento sana, completa y feliz… Lástima que no pudiera ser… G y N se marchan… Nos quedamos al fin solos los tres. Papá me explica lo intenso de su vivencia; por un lado lo mágico de estar contigo y el vínculo que habéis creado (¡te agarraste a su pecho durante todo el tiempo que estuvisteis juntos!…. Y pensar que en el embarazo le pedí que si algo no salía bien (no digas eso me decía) que hiciera el piel con piel contigo y que no permitiera que nadie te retirara de sus brazos) y por otro lado el miedo y vacío al pensar en poder perderme… Papá necesita descansar… Me dicen que yo también lo haga pero me es imposible debido a la intensidad de lo vivido (¡pariría ahora mismo de nuevo; qué subidón!)… Apagamos las luces… No puedo dejar de mirarte y olerte (¡hueles a naranjas!) y empiezo a entender el significado de la palabra amor (amor sin condición y sin medidas). Te canto las mismas canciones que te cantaba durante el embarazo, las cuales te calman, confirmándome así que las reconoces; no me siento mal por no haber disfrutado tus primeras horas de vida sino dichosa y feliz por lo que has vivido con papá, algo que nunca podréis olvidar; yo sé que nuestro vínculo ya estaba creado mucho antes de tu llegada y que todo lo ocurrido tienen un por qué. Doy gracias al universo por darme la oportunidad de poder disfrutar de ti, de la vida y de nuestra nueva familia. De repente me siento otra persona… me siento segura e infinitamente más generosa.

Gracias Luna por elegirnos… Por hacer que el amor entre papá y yo se haya multiplicado hasta el infinito.

Gracias por existir.

(16 Noviembre. 02:35 horas).-

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